El albergue Cascoxu empieza a escribir su propia historia. Acaba de nacer y nos gustaría compartir nuestras vivencias e inquietudes desde el interior. Esas pequeñas historias que dan alma a los sitios.
Os contaremos actividades y eventos también de nuestro entorno relacionados con la agroecología, el patrimonio cultural y natural y el Camino del Salvador.
Esperamos que sirva para acercarnos, conocernos y contribuir a la sostenibilidad de un mundo rural vivo.
11/20/2023
“El cero es un número nulo, esto quiere decir que no es positivo ni negativo, es neutral o neutro. Sin embargo, es un numeral de la propiedad par.”
CUANDO NOS COMEMOS CEROS.
Julio de 2023 es hasta ahora, el peor julio de nuestro corto histórico, pandemia incluida. Sólo en la primera semana nos comimos dos ceros. Como no estábamos para chupinazos, la mañana de San Fermín la empleé en el huerto.
Andaba a la escarda manual entre puerros y lechugas mientras pensaba en lo solitario que se queda el corral de Cascoxu cuando no hay nadie, cero. Entonces, un escolenciu se revolvió entre las berzas. Los luciones comen lombrices, que son muy beneficiosas para el suelo. Punto en contra. También depredan chimiacos y cascoxus, que comen de lo cultivado. Punto a favor. Uno menos uno, cero. Cogí un palo y aparté al lagarto fuera de los bancales y éste desprendió su cola en la huida. Su presencia me hizo darme cuenta de que la mañana no estaba tan vacía y en lugar de darle vueltas al cero que pintaba nos íbamos a comer, continué limpiando las cebollas en una actitud más consciente.
Al momento las pitas se alborotaron y me acerqué al ponedero. Cero huevos. De hecho, estaban agrupadas junto a la ruina como en estado de alarma. Un milano sobrevoló el corral durante un rato. Recogí las adventicias arrancadas y las eché al compost, guardé la fesoria y de vuelta arrojé unos puñados de arroz junto a las pitas, para sentarme con un té en la viga que hace de banco contra el muro de piedra.
En lugar del milano, ahora varios buitres leonados planeaban a mucha más altura. Un cuervo graznó más bajo y varias urracas contestaron desde la nozal de arriba. Cuánta gente, pensé. Y me decidí a coger los prismáticos. Cuando regresé, nada a babor ni a estribor, cero aves en el cielo.
Pero en la huerta varios pájaros picoteaban sobre la tierra revuelta tras la escarda. Enfoqué los anteojos para descubrir tres especies distintas: un petirrojo, un ruiseñor y varios gorriones.
Me cambié a la terraza del bar, con cero usuarios, para tener una perspectiva más amplia de todo el corral. Las pitas se acercaron como esperando más arroz. Así que fui a por él y de paso también traje pienso y lo lancé todo en abanico, rollo boda. En menos de un minuto un grupo de gorriones estaba peinando el suelo y sus trifulcas atrajeron la atención de más pájaros. Entre el suelo, los nogales, las zarzas, la hiedra y la copa del sabú, identifiqué seis especies más: una lavandera, un mirlo, un colirrojo tizón, dos herrerillos, un verdecillo y un pinzón o camachuelo, no estoy seguro, el que no tiene la cabeza negra.
La algarabía de chasquidos, cantos, silbidos y trinos se vio interrumpida por el claxon del panadero y cuando los perros contestaron con sus ladridos, todas las aves alzaron el vuelo salvo las pitas, obviamente.
Se acabó, marcharon todos. Cero.
Subí a devolver los prismáticos al portal. La hembra de golondrina echó a volar al llegar al porche. Estaba incubando su segunda puesta.
Me queda claro que este cero no es tan neutral. Porque Cascoxu está siempre al menos medio vacío o medio lleno, según se mire.
Me acerqué a por el pan y cogí dos de medio aunque esperábamos cero usuarios. Tuve que congelarlo…
Admin - 17:57 @ General | Agregar un comentario
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